La infancia es bella como
la primavera. Por la novedad, por el crecimiento, por la vitalidad y la promesa,
por la ductilidad y la dulzura. Ninguna infancia, empero ha sido tan bella como
la del niño Jesús, puesta en las manos de José y de María: <<Los padres
de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor>>. ¿Puede
haber alguna manera tan noble y positiva de iniciar la vida de un niño como lo
es la de presentarlo al Señor? Aquel gesto significaba una declaración de
intenciones, era el inicio de un proceso vital, encaminando al Señor la vida
del Niño y confiándolo a la guía y a la protección divina.
La edad adulta es bella por su toma de conciencia, y
porque asume la responsabilidad de edificarse sobre la base de la verdad y del
bien, que culminará en asemejarlo al
Dios a quien ama y con quien se quiere reunir: << Había en Jerusalén un
hombre llamado Simeón. Era un hombre justo y piadoso que esperaba la hora de la
consolación de Israel, y tenía en él el Espíritu Santo. ( ... ) Había también
una profetisa, Ana. ( ... ) No se apartaba del templo, dedicada noche y día al
culto de Dios>>. Los dos personajes son el prototipo de los adultos que
han llevado una vida directamente conducida (cada uno según circunstancias) a
su destino natural. Y viven su vejez en paz, en una gran paz.
La vejez es verdaderamente hermosa. Como el otoño
lo es por sus días placenteros y soleados, días de la cosecha largamente
preparada y esperada, días de vendimia, que hará de la uva un excelente vino,
fruto del trabajo y del esfuerzo de la naturaleza. Una vejez llena de sabrosos
frutos, no se improvisa. Es el resultado de la dirección correcta de toda una
vida y del acompañamiento de la gracia de Dios. Cuando Simeón vio al Niño,
<<Lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, puedes
dejar a tu siervo irse en paz, como le habías prometido>>. Y la profetisa
Ana, <<Que se encontraba allí a la misma hora, daba gracias a Dios y
hablaba del niño a todos los que esperaban el tiempo en que Israel sería
redimido>>.
Una vejez hermosa como
la de estos dos personajes es posible todavía. Rogamos por que cada uno de
nosotros se prepare ya, desde ahora, como ellos lo hicieron.
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