Necesitamos espabilarnos; que no nos dejemos secuestrar la libertad ni la capacidad de pensar por nuestra cuenta, y de discernir por nosotros mismos donde se encuentra la verdad ontológica ; para poder discernir la verdadera felicidad de aquella que nos es ofrecida ahora mismo a bajo precio , pero que termina en amargo desencanto . En caso contrario, el resultado es bastante penoso , como dice Isaías : << Todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebatan como el viento>>. La buena pedagogía de Adviento nos da la solución: << Mirad, vigilad >>
Atención y vigilancia, con apertura constante a los designios de Dios: << Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? (…) ¡Ojalá rasgases los cielos y bajases! >>. El deseo constante de la presencia de Dios, y la apertura de corazón a su venida, termina en el enriquecimiento espiritual que constata S. Pablo en los cristianos de Corinto : <<En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia por la gracia que os ha dado en Cristo Jesús . Pues por él habéis sido enriquecidos con todo: en el hablar y en el saber>>.
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