Amar la propia vida es natural y positivo. Amar a los demás como a sí
mismo, es un precepto que contiene un presupuesto bien evidente: el de amarse a
sí mismo. No creo que alguien pueda querer a los demás sin aceptarse
amorosamente a sí mismo. Entonces, la advertencia de Jesús se refiere al
"cómo" de aquel amor a la propia vida. El peligro radica en amarse exclusivamente,
en cifrar el valor de la propia vida como prioritario, en el sentido de poner
toda la intención y todo el esfuerzo en defenderla y protegerla, en la voluntad
de enriquecerla y hacerla feliz y en el deleite de disfrutar de ella personalmente,
sin pensar en nadie más.
En este caso, la vida es
concebida como un tesoro estrictamente personal guardado en una caja fuerte, no
sea que alguien nos la quisiera arrebatar o, como mínimo, intentara compartir
con nosotros el regocijo. Esta concepción nos lleva a ahorrar la vida, a tener
cuidado obsesivo de la salud, a no gastarla en beneficio de nadie, a protegerla
de todo desgaste no necesario para ella misma. El resultado es un egocentrismo
estéril, un pozo ciego, una pérdida de sentido. En consecuencia, es perder
aquello por lo que se ha vivido. Es perder la vida.
"Los que la aborrece
en este mundo, la guardarán para la vida eterna".
La concepción altruista de la propia vida nos induce a amarla como un
tesoro destinado a producir muchas ganancias, como un filón que hay que
descubrir progresivamente, explotar y compartir; como un yacimiento sin fin, en
el que, a medida que se avanza, el mineral es más abundante, más rico y más
puro.
Devolver la vida a Dios
como un obsequio de gratitud que hemos recibido gratis a causa de un amor
infinito, ilumina la propia existencia y le abre perspectivas de eternidad. Comprender
que la vida es un don compartido con toda la humanidad y, extensivamente, con
todos los seres vivos, es dar un pequeño paso. En este punto se entiende la
heroicidad de algunos: los que viven para los demás, los que buscan y
encuentran dónde es que la "vida" está en peligro, en inferior
calidad, perseguida, amenazada o menospreciada. Ellos son los que lo dejan todo
y se van a salvar "la vida", cualquiera vida, toda vida. Son los que
han dejado de amar la propia vida para dedicarse exclusivamente a amar y
proteger "la vida". Es para ellos que Jesús dijo: <Los que la
aborrece en este mundo, la guardarán para la vida eterna >>.
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