La oración es relación entre personas. Es comunicación y
contacto confiado, a causa de algún vínculo de conocimiento, de interés mutuo,
de amistad o de pertenencia. La relación entre humanos se establece a nivel
sensible, utilizando los medios normales de comunicación, como son: el
lenguaje, la escritura, el trato, la mirada, la expresión del rostro, la mímica,
la compañía silenciosa.
Todos
estos medios nos pueden servir también para nuestra relación con Dios. En este caso lo llamamos oración. Esta reflexión nos
puede avanzar una idea de cómo debería ser nuestra relación con el Señor. Nos
podemos proponer los mismos objetivos y utilizar los mismos medios, en la
oración, que los que usamos con éxito en las relaciones humanas, trasladados,
evidentemente, a nivel de fe. Antes, quizás, deberíamos depurar los clichés
rudimentarios que, sin ser falsos, empobrecen el concepto y la práctica de la
oración para mucha gente.
Para
muchos la oración es, básicamente, pedir, mendigar, hacerse el mendigo ante
quien todo lo puede y que sabemos que nos quiere ayudar. Se puede hacer esto,
sin quedarnos en ello. En este sentido, los maestros espirituales hablan de los
principiantes. Esta oración es útil cuando creemos que el Señor sabe lo que
necesitamos y nos ayuda con providencia generosa; cuando aceptamos que nuestra
oración no debe pretender convencer Dios para hacerle cambiar los caminos de su
providencia; cuando tomamos conciencia de que lo que hace la oración es preparar
nuestra disposición para poder recibir lo que Dios nos quiere dar.
Resumiendo: la oración
de petición -como también toda otra oración- nos cambia a nosotros, no la
disposición de Dios y, mejorada nuestra condición, estamos listos para recibir
lo que Dios ya nos había dado. San Juan de la Cruz dice que Dios ya nos lo ha
dado todo en su Hijo. Santa Teresa escribe que "oración es tratar de
amistad con quien sabemos que nos ama". El sentido de este dicho va más
allá de la recitación de oraciones aprendidas de memoria y de la oración de
petición. Para tratar de algo con alguien hay que estar con él. Estar con el
Señor. He aquí una buena definición de oración. Estar, que no quiere decir:
hablar, ni pensar, ni leer, ni meditar, ni dar vueltas a nuestra vida pasada
con nuestros pecados, ni recordar (por ejemplo la Pasión de Cristo), o los
ejemplos de los santos. Simplemente estar, que es silencio activo a la
presencia de Dios. Esta actitud coincide con aquella recomendación de San Juan
de la Cruz: "Tenga advertencia amorosa en Dios".
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