El cosmos es la
existencia de algo material (materia y energía). Es, pues, una existencia
estática, muerta. ¿Será, tal vez, un complejo de cuerpos baldíos ubicados en un
espacio vacío, sin otro destino que el de una existencia estéril? No lo sabemos
muy bien. Tenemos, sin embargo, una muestra. Vivimos en uno de los cuerpos
celestes, llamado planeta tierra, que se ha convertido en la morada de un fenómeno
diferente que llamamos vida y, de esta vida, la tierra está saturada
abundantemente. La tierra, por lo tanto, viene a ser el habitáculo para esta
realidad superior, la vida.
Es inevitable preguntarse: ¿es esta
la única vida del cosmos? La ciencia humana lo investiga con esfuerzo y medios
considerables, aunque, hasta ahora, no haya podido llegar a una conclusión
satisfactoria. Parece razonable pensar que la vida sea la razón de la
existencia del cosmos, y que por tanto, que todo él haya sido colonizado o lo
sea, en algún momento, por la vida. Pero, ¿qué es la vida? La ciencia no lo
sabe. La rama llamada biología se dedica exclusivamente al estudio de la vida:
¿cómo y dónde empezó? ¿Qué elementos químicos la componen? ¿Qué condiciones
ambientales la favorecieron? ¿Cómo se comporta? La biología sabe muchas cosas
sobre la vida, como los elementos básicos que componen la célula y, principalmente, se ha descubierto el ADN,
que es el "disco duro" donde se contiene toda la información
necesaria para construir formalmente cada ser vivo concreto, desde un microbio
hasta el hombre pensante.
Sí, la ciencia ha ampliado enormemente los
conocimientos sobre la vida, pero, ¿en qué consiste exactamente el
"aliento de vida"? Ni la más mínima idea. Se ha intentado producir
vida en el laboratorio, han mezclado los elementos básicos que la componen, se
han aislado "in vitro", se ha sometido la prueba a la temperatura
supuestamente óptima a descargas eléctricas similares a las de las tormentas
primordiales, y no se ha obtenido nada más que un compuesto fangoso donde
aparecen algunos de los elementos que entran en los seres vivos, pero no había
vida.
¿Por qué, pues, la vida, tan
misteriosa para el conocimiento humano, resulta ser tan extendida sobre la
tierra, y quizás en todo el universo; tan variada, tan bella, tan fuerte, tan
terca, tan intrigante? ¿Se habrá reservado el dominio de ella para sí mismo
aquel que es la Fuente de la vida, tal como se ha reservado también el don de
la existencia aquel que es esencialmente Existente? ¿O tal vez la vida ha surgido espontáneamente
por casualidad? Esta secuencia, según los sabios, tendría sólo millones de
veces una mil millonésima oportunidad. Y si la vida existe en miles o millones
de planetas, en cada lugar se habría producido aquella casualidad casi
imposible. ¿No sería ésta una explicación demasiado forzada del origen de la
vida? En todo caso quedaría aún el misterio sobre qué es esencialmente la vida.
¿Es sólo la combinación adecuada de materia y energía, o estos elementos no son
otra cosa que el apoyo misterioso de algo inexplicable, casi espiritual en
algunas formas de vida y espiritual del todo en otros? Así, pues queda en pie
la pregunta ¿por qué?
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