La Palabra estaba
con Dios y la Palabra era Dios. >> La palabra viene del conocimiento.
Donde no hay conocimiento no hay palabra. La misma vida, sin conocimiento, es
una vida muda. Cuando decimos que la Palabra era Dios, aplaudimos el
conocimiento de Dios; un conocimiento que es luz, porque irradia y hace visible
(intelectualmente) todo lo que hay en su entorno: << La Palabra era la
luz verdadera, la que, al venir al mundo, ilumina a todos los hombres.
>>. Entonces afirmamos que la Palabra de Dios, la Luz de Dios, el
Conocimiento de Dios, ha venido al mundo en la persona del Hijo.
El conocimiento de Dios no es
como el nuestro: finito y condicionado. Es el Conocimiento total, infinito y
absoluto, tan espontáneo y sencillo que es como si todo lo que se pone en
contacto con él se abra de par en par para darle entrada y ser íntegramente
comprendido. En el Antiguo Testamento, este conocimiento es conocido como
Sabiduría; una sabiduría que, en la persona del Verbo, se ha establecido entre
nosotros: << El Señor del universo me dio una orden: “Acampa entre los
hijos de Jacob, haz de Israel tu heredad >>.
Por la presencia de Dios entre
nosotros tenemos acceso a un cierto nivel de sabiduría: aquella que reside, no
en el entendimiento solo, sino también en los sentimientos y el subconsciente,
en una palabra, en todo nuestro ser. Sería algo parecido a la intuición: una
percepción global del objeto a conocer y de su verdad ontológica y moral, de su
conveniencia o no para mí, en el momento presente. ¿Por qué no deseamos esta sabiduría, orando y disponiéndonos para
recibirla?
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Presentación
Presentación
Mosén Enric Prat presenta estas nuevas Homilías, totalmente diferentes de las ya conocidas (www.bisbaturgell.org - homilias dominicales). Son diferentes en el contenido, en el estilo y en la extensión. Cada Homilía contiene una sola idea, la expresada en el título. La breve argumentación se basa casi únicamente en los textos litúrgicos del día. Creemos que estas homilías pueden facilitar a cada interesado la preparación de la suya propia; o como guión de un comentario más espontáneo. La mejor utilización, sin embargo, la encontrará cada usuario interesado. Posiblemente, otras personas además de los predicadores, encontrarán en estos escritos la ocasión de profundizar en el sentido íntimo de la Palabra de Dios en la Liturgia, y de saborear el consuelo espiritual que nos ofrece. Sea todo ello para alabanza de Dios y a beneficio espiritual y humano de cuantos quieran hacer uso de este medio. Muchas gracias.
Terminada la publicación en este BLOG de las NUEVAS HOMLIAS, me atrevo a proponer a los amables usuarios una nueva Etiqueta: EL RINCON DE LA MISTICA. La mística, no en su vertiente de hechos extraordinarios, como el éxtasis, la levitación, las locuciones o las visiones, sino como alternativa a la ascética, con la atención puesta en las obras de San Juan de la Cruz y en el autor anónimo del libro lA NUBE dEL NO SABER. La ascética se basa en el razonamiento, el esfuerzo y el protagonismo personal. La mística abandona todo protagonismo personal para atribuirlo sólo a Dios, de acuerdo con lo que recomienda el Salmo 36: Encomienda al Señor tus caminos; confía en él, déjalo hacer. O respondiendo a la oferta de Ap.3,20: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. El místico recibe, por medio de la iluminación que le es dada, una noticia nueva de la naturaleza de Dios, que es oscura e inexplicable. Los autores la llaman docta ignorancia o rayo de tiniebla. Este trabajo, que ha sido publicado en la revista l’Església d’Urgell y con una buena aceptación por parte de muchos lectores, puede ser útil para la lectura y meditación particular, y también como herramienta de trabajo para grupos de oración, de formación espiritual o de catequistas. Gracias!
Terminada la publicación en este BLOG de las NUEVAS HOMLIAS, me atrevo a proponer a los amables usuarios una nueva Etiqueta: EL RINCON DE LA MISTICA. La mística, no en su vertiente de hechos extraordinarios, como el éxtasis, la levitación, las locuciones o las visiones, sino como alternativa a la ascética, con la atención puesta en las obras de San Juan de la Cruz y en el autor anónimo del libro lA NUBE dEL NO SABER. La ascética se basa en el razonamiento, el esfuerzo y el protagonismo personal. La mística abandona todo protagonismo personal para atribuirlo sólo a Dios, de acuerdo con lo que recomienda el Salmo 36: Encomienda al Señor tus caminos; confía en él, déjalo hacer. O respondiendo a la oferta de Ap.3,20: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. El místico recibe, por medio de la iluminación que le es dada, una noticia nueva de la naturaleza de Dios, que es oscura e inexplicable. Los autores la llaman docta ignorancia o rayo de tiniebla. Este trabajo, que ha sido publicado en la revista l’Església d’Urgell y con una buena aceptación por parte de muchos lectores, puede ser útil para la lectura y meditación particular, y también como herramienta de trabajo para grupos de oración, de formación espiritual o de catequistas. Gracias!
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