Cuando pensamos en los demás, a veces, nos mostramos inclinados a una gran estrechez de miras. Los que vienen con nosotros: en los actos religiosos, en la confesión pública de la fe, en la práctica de los sacramentos, nos merecen un juicio positivo, porque son de los nuestros, los elegidos, los preferidos por Dios. A los que no hacen nada de ello los consideramos como gentiles y como rechazados por Dios, o al menos como alejados de Dios, que tenemos que tratar de reconducir. El libro de los Números nos cuenta: <<Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. (…) Pero el Espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento>>. Moisés lo aprobó generosamente y dijo: "Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor>>. Pensamos que la actitud de Moisés en este caso se aviene a la amplitud de la forma de pensar de Dios.
En el Evangelio hemos escuchado que Juan compartía nuestra estrechez de miras. << Juan dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros>>. Jesús, poniendo de manifiesto el modo de pensar de Dios, como otrora lo había hecho Moisés, respondió a Juan: << No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mi>>. Tan solo quienes están en contra de Dios o de sus mensajeros pueden ser considerados adversarios o, en caso de actitudes agresivas, enemigos. Porque puede haber mucho de verdad y de bien en el interior de personas honestas que aún no han tenido acceso a la revelación.
Aquello que Dios valora en cada uno de nosotros -como también lo hace Jesús- es la rectitud de conciencia y la fidelidad con que uno obedece las instrucciones que de la misma conciencia nos llegan. Por ejemplo, quien se mueve a hacer el bien llevado de la caridad, de alguna manera ya es de Cristo; al contrario, aquel que causa daño a los demás por falta de amor, de ninguna manera, puede ser su discípulo. Jesús lo confirma diciendo: << El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar>>.
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Presentación
Presentación
Mosén Enric Prat presenta estas nuevas Homilías, totalmente diferentes de las ya conocidas (www.bisbaturgell.org - homilias dominicales). Son diferentes en el contenido, en el estilo y en la extensión. Cada Homilía contiene una sola idea, la expresada en el título. La breve argumentación se basa casi únicamente en los textos litúrgicos del día. Creemos que estas homilías pueden facilitar a cada interesado la preparación de la suya propia; o como guión de un comentario más espontáneo. La mejor utilización, sin embargo, la encontrará cada usuario interesado. Posiblemente, otras personas además de los predicadores, encontrarán en estos escritos la ocasión de profundizar en el sentido íntimo de la Palabra de Dios en la Liturgia, y de saborear el consuelo espiritual que nos ofrece. Sea todo ello para alabanza de Dios y a beneficio espiritual y humano de cuantos quieran hacer uso de este medio. Muchas gracias.
Terminada la publicación en este BLOG de las NUEVAS HOMLIAS, me atrevo a proponer a los amables usuarios una nueva Etiqueta: EL RINCON DE LA MISTICA. La mística, no en su vertiente de hechos extraordinarios, como el éxtasis, la levitación, las locuciones o las visiones, sino como alternativa a la ascética, con la atención puesta en las obras de San Juan de la Cruz y en el autor anónimo del libro lA NUBE dEL NO SABER. La ascética se basa en el razonamiento, el esfuerzo y el protagonismo personal. La mística abandona todo protagonismo personal para atribuirlo sólo a Dios, de acuerdo con lo que recomienda el Salmo 36: Encomienda al Señor tus caminos; confía en él, déjalo hacer. O respondiendo a la oferta de Ap.3,20: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. El místico recibe, por medio de la iluminación que le es dada, una noticia nueva de la naturaleza de Dios, que es oscura e inexplicable. Los autores la llaman docta ignorancia o rayo de tiniebla. Este trabajo, que ha sido publicado en la revista l’Església d’Urgell y con una buena aceptación por parte de muchos lectores, puede ser útil para la lectura y meditación particular, y también como herramienta de trabajo para grupos de oración, de formación espiritual o de catequistas. Gracias!
Terminada la publicación en este BLOG de las NUEVAS HOMLIAS, me atrevo a proponer a los amables usuarios una nueva Etiqueta: EL RINCON DE LA MISTICA. La mística, no en su vertiente de hechos extraordinarios, como el éxtasis, la levitación, las locuciones o las visiones, sino como alternativa a la ascética, con la atención puesta en las obras de San Juan de la Cruz y en el autor anónimo del libro lA NUBE dEL NO SABER. La ascética se basa en el razonamiento, el esfuerzo y el protagonismo personal. La mística abandona todo protagonismo personal para atribuirlo sólo a Dios, de acuerdo con lo que recomienda el Salmo 36: Encomienda al Señor tus caminos; confía en él, déjalo hacer. O respondiendo a la oferta de Ap.3,20: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. El místico recibe, por medio de la iluminación que le es dada, una noticia nueva de la naturaleza de Dios, que es oscura e inexplicable. Los autores la llaman docta ignorancia o rayo de tiniebla. Este trabajo, que ha sido publicado en la revista l’Església d’Urgell y con una buena aceptación por parte de muchos lectores, puede ser útil para la lectura y meditación particular, y también como herramienta de trabajo para grupos de oración, de formación espiritual o de catequistas. Gracias!
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