La constitución de la pareja no pretende solamente resolver las carencias y las necesidades de uno y otro, sino aquellas de la nueva realidad, es decir, del nuevo ser moral, como viene a ser la unión de los dos, comprometidos en una sola visión de futuro y un proyecto de vida único. << Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán lo dos una sola carne >>.
La pareja, cuando ha decidido recorrer juntos un itinerario, conseguir un objetivo común, colaborar con el designio creador de Dios de comunicar la vida en las mejores condiciones, debe prever dificultades y sobresaltos de todo tipo. Son arrecifes y piedras en el camino que se darán en cualquier opción de vida, en toda vocación, sea en solitario o en pareja. En situaciones semejantes la actitud razonable y ética, no puede ser nunca el abandono, la cobardía o la traición, sino la puesta en marcha de todas las capacidades intelectuales, morales y afectivas para superar los obstáculos. Es lo que llamamos fidelidad, éxito en la empresa y felicidad personal por el objetivo cumplido. Los fariseos dijeron a Jesús: << Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio. Jesús les dijo: "Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. (...) Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre>>. Ante la escandalosa facilidad actual de separaciones ¿qué podemos pensar de la responsabilidad, de la valentía moral y del nivel de humanidad de la gente de nuestro tiempo.
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