Lo digo de
Jesús. Refiriéndonos a él tenemos un conocimiento más aproximado del Dios
incognoscible por infinito y eterno, por incomparable a nada conocido. En
efecto, por Jesús, conocemos el amor de Dios hacia el hombre: "Tanto amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único". Jesús es prenda del amor de
Dios al mundo y garantía de su apuesta por nuestra salvación: "para que no
se pierda ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna".
En Jesús, además, tenemos la
revelación de cómo es en realidad el amor que Dios nos tiene. Si miramos a
Jesús -su palabra y su obra- veremos con los ojos de la cara y sentiremos con
el oído físico, cómo y quién y porque ama Dios. Jesús ama, en nombre y
representación de Dios, amó a todos los hombres y especialmente a los que
tienen fe, sean quienes sean: pecadores, pobres, enfermos, marginados, maestros
de la ley, paganos, fariseos .. Su amor es gratuito, sin pedir a cambio nada
más que no sea la fe y la conversión de corazón. Una fe y conversión
indispensables, en correspondencia con el amor recibido, como aceptación del
don de amor.
La palabra de Jesús fue siempre en
la misma dirección de su comportamiento. Sus sermones y diálogos están llenos
de ello, y algunas parábolas tienen expresamente manifiesta la sola intención
de dar a conocer el generoso, gratuito e incondicionado amor de Dios. Es por
eso que tenemos en Jesús el único retrato viviente de Dios y de su actitud
hacia nosotros, los humanos.
En
Jesús tenemos aún más que eso. La raza humana se ha situado, desde los
orígenes, en dirección al mal por causas que no tenemos demasiado claras y,
buena parte de ella, sigue en la misma dirección. La obra de Jesús consiste en
trastocar radicalmente este signo negativo, para orientar la humanidad hacia el
bien, hacia Dios. Lo hace en su propia persona, poniéndose radicalmente del
lado de Dios y, por tanto, del bien, e invitando a todos a hacer lo mismo, a
seguirlo. Todos aquellos que libremente le siguen, se identifican con él en la
vida, en la muerte y en la glorificación. Este es el misterio de la redención,
de la salvación por Cristo y con él.
Imprimir artículo
No hay comentarios:
Publicar un comentario