Un vaso de agua
es importante para quien lo recibe. Le calmará el ardor de la sed y le puede
salvar la vida, en un caso extremo. Para el otro, el que lo da, un vaso de agua
no tiene ningún valor, pero lo tiene mucho el gesto de darlo.
Dar un vaso de agua pone en marcha toda
una dinámica humana espiritual y física, que toca el tuétano de la persona.
Nadie da sin haber visto primeramente al otro, sin haber captado su necesidad y
sin haber experimentado una corriente de afecto y de compasión. El que da un
vaso de agua es una persona viva y despierta que no está embelesada en un
narcisismo estéril y enfermizo, sino abierta a la realidad total. Dar un vaso
de agua es señal de una actitud extrovertida que le hace capaz de dar muchas
cosas y de darse a sí mismo. Es por eso que dice Jesús: “El que os dé un vaso
de agua por mi nombre, porque sois de Cristo, os aseguro que no quedará sin
recompensa” (Mc9,41). Tanto es así que, aunque el que da no tenga conciencia
clara de hacerlo en el nombre de Cristo o de pertenecerle plenamente, el solo
hecho de vivir en la disposición de dar o de darse, nos engancha realmente con
aquel que vive para los demás y se dio a sí mismo por amor.
Ninguna disposición interior, ningún
estilo de vida, ninguno de los caminos que podemos tomar, nos lleva tan directamente
a lo esencial; nada nos lleva con tanta eficacia a Dios por medio de los demás
y con ellos, como el hecho de dar y darnos, porque es lo que nos hace más
semejantes a Dios y nos acerca más a él, que es el que es y hace ser, el que da
y se da por definición y esencialmente ..
Dar y darse es entrar de lleno en el
plan de Dios y hacerse colaborador de su obra creadora. Dar es hacerse la mano
larga de Dios, haciendo llegar sus dones, como las capilareslares hacen llegar
a toda la superficie corporal el flujo sanguíneo bombeado por el corazón. Y
como la felicidad nace únicamente cuando uno se sitúa en el lugar adecuado y
cumple naturalmente la función encomendada, el solo camino y el más corto para
entrar y tener parte en los jardines de la felicidad, es dar y darse de buena
gana , y movidos exclusivamente por motivos que nacen del amor y la compasión.
Dar afecto,
compañerismo, comprensión, perdón; dar una mano, escuchar, defender, dar
cultura, pan, techo; promover la salud, la paz, la confianza; disipar temores,
abrir horizontes. Dar un vaso de agua. Nada de todo esto no quedará sin
recompensa.
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