El verbo
"servir" lleva una carga positiva impresionante y de amplio alcance.
De entrada, significa una mirada abierta y disponible hacia fuera y, por esta
razón, significa también una voluntad resuelta de bajar de la torre de marfil y
de renunciar a considerarse a sí mismo como el objetivo casi excluyente de la
propia vida. Es -diríamos- una mirada altruista, generosa. Quiere servir aquel
que se considera útil y capaz para ejercer aquella tarea en beneficio de
alguien, utilizando al máximo sus capacidades.
Fue el caso paradigmático de Jesús:
"El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir a los demás,
y a dar su vida como precio de rescate" (Mc 10,45). En efecto, toda la
trayectoria de la vida de Jesús pone de manifiesto que él es el hombre para los
demás; como si quisiera demostrar que la justificación de su vida no es él
mismo, sino los otros como objetivo inmediato, camino del objetivo final: el
Padre celestial. San Pablo da la síntesis perfecta: “Todas las cosas son
vuestras, vosotros de Cristo y Cristo es de Dios ". Como si dijera: todas
las cosas están a vuestro servicio, vosotros al servicio de Cristo (también del
Cristo místico, después de que él nos haya hecho útiles y capaces de servir,
con su entrega voluntaria). Y Cristo, al servicio de Dios.
Así pues, la actitud de servicio,
antes que nada, nos libra de la tiranía absurda y aniquiladora de tenernos a
nosotros mismos como centro y objetivo primario -casi único- de nuestra
existencia; y en segundo término, nos integra en el proceso de unificación, de
recapitulación de todas las cosas en Cristo, para Dios Padre. En este contexto
podemos entender perfectamente la recomendación de Jesús cuando nos dice:
"El que quiera ser el primero, debe ser su servidor, y el que quiera ser
el primero, debe ser esclavo de todos (Mc.10,43- 44).
¿No se juega aquí el sentido de toda
vida humana? ¿Cuando intentamos servirnos de alguien, no caminamos en dirección
de la pérdida de utilidad personal y, en definitiva, hacia la negación de todo
sentido en el concierto de la creación? Por el contrario, quien más y mejor
sirve, será importante, el primero en relación al destino de toda la creación,
llamada al servicio amoroso de Dios. El primero será el servidor fiel, aquel
que, para servir, renuncia a las propias comodidades y se dispone, incluso, a
hacerse esclavo en aras del servicio generoso.
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