Presentación

Presentación
Mosén Enric Prat presenta estas nuevas Homilías, totalmente diferentes de las ya conocidas (www.bisbaturgell.org - homilias dominicales). Son diferentes en el contenido, en el estilo y en la extensión. Cada Homilía contiene una sola idea, la expresada en el título. La breve argumentación se basa casi únicamente en los textos litúrgicos del día. Creemos que estas homilías pueden facilitar a cada interesado la preparación de la suya propia; o como guión de un comentario más espontáneo. La mejor utilización, sin embargo, la encontrará cada usuario interesado. Posiblemente, otras personas además de los predicadores, encontrarán en estos escritos la ocasión de profundizar en el sentido íntimo de la Palabra de Dios en la Liturgia, y de saborear el consuelo espiritual que nos ofrece. Sea todo ello para alabanza de Dios y a beneficio espiritual y humano de cuantos quieran hacer uso de este medio. Muchas gracias.
Terminada la publicación en este BLOG de las NUEVAS HOMLIAS, me atrevo a proponer a los amables usuarios una nueva Etiqueta: EL RINCON DE LA MISTICA. La mística, no en su vertiente de hechos extraordinarios, como el éxtasis, la levitación, las locuciones o las visiones, sino como alternativa a la ascética, con la atención puesta en las obras de San Juan de la Cruz y en el autor anónimo del libro lA NUBE dEL NO SABER. La ascética se basa en el razonamiento, el esfuerzo y el protagonismo personal. La mística abandona todo protagonismo personal para atribuirlo sólo a Dios, de acuerdo con lo que recomienda el Salmo 36: Encomienda al Señor tus caminos; confía en él, déjalo hacer. O respondiendo a la oferta de Ap.3,20: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. El místico recibe, por medio de la iluminación que le es dada, una noticia nueva de la naturaleza de Dios, que es oscura e inexplicable. Los autores la llaman docta ignorancia o rayo de tiniebla. Este trabajo, que ha sido publicado en la revista l’Església d’Urgell y con una buena aceptación por parte de muchos lectores, puede ser útil para la lectura y meditación particular, y también como herramienta de trabajo para grupos de oración, de formación espiritual o de catequistas. Gracias!

lunes, 9 de marzo de 2015

La vida eterna (Cuaresma - 4)

          De todas las culturas antiguas que conocemos, sabemos que sentían un respeto profundo por el hecho inevitable de la muerte, y una evidente rebeldía ante la posibilidad de caer en el vacío absoluto, después de la muerte. Nos lo muestra de manera evidente el recuerdo de las creencias antiguas de Egipto, así como sus enormes monumentos sepulcrales y los rituales religiosos para acompañar al difunto en su viaje a la eternidad. La historia de Egipto es sólo un ejemplo del fenómeno extendido por toda la antigüedad. Aún ahora, los guaraníes de Paraguay y de Argentina creen que, después de la muerte, llegarán a "una tierra sin dolor". Esta pretensión parece estar escrita en el ADN de la humanidad.
           Las grandes religiones monoteístas actuales dan una respuesta de fe positiva a esta ansiedad humana. En el Evangelio de Juan, Jesús hace a Nicodemo una afirmación contundente, que es también una promesa divina: << Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna>>. En este breve pasaje Jesús vincula necesariamente el derecho a la vida eterna con la fe en él, que es el enviado del Padre. Los otros, en palabras de Jesús, son excluidos de este derecho: << El que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios>>.
           La aceptación de Jesús por la fe introduce al creyente en una vida nueva, que modifica toda su trayectoria: una nueva manera de pensar, de amar y de obrar. Una nueva manera de ser, similar a la manera de ser de Jesús: vivir en la verdad y en el bien. El verdadero creyente y seguidor de Jesús, de alguna manera, abandona la vejez de su vida anterior abocada a la muerte, y comienza a vivir en él la vida de Cristo, destinada a la vida eterna. San Pablo dice: << Ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí >>. Por eso afirma Jesús: << El que vive y cree en mí, aunque muera, vivirá>>.
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