El Papa es llamado pastor
universal de la Iglesia; el Obispo, pastor de su Diócesis, y el rector, de su
Parroquia. Es correcto, si entendemos claramente que ejercen su oficio en
nombre y representación de Cristo. La misión del ministro pastor es la de hacer
visible la presencia mística de Cristo en medio de su rebaño y de hacer audible
su palabra. Por eso, cuanto más se parezca su comportamiento al de Cristo en la
tierra, y su palabra más recuerde la palabra de Jesús, mejor podrá el Señor
pastar su rebaño, haciéndose realidad ahora y aquí las palabras de Jesús:
<< Conozco a las mías y la mías me conocen>>.
La voluntad de Jesús aparece con evidencia en el Evangelio de hoy: << Yo soy el
buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas. (...) Yo soy el buen
pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me
conoce, y yo conozco al Padre>>. ¿Quién más conoce a las suyas y es
conocido por ellas tan íntimamente? ¿Quién más ha dado la vida por sus ovejas?
¿Quién más, pues, fuera de él, podría nunca ser el buen pastor? Los ministros
que conducen el rebaño, se propondrán por tanto, tan sólo, que éste se
encuentre con su Pastor. El encuentro de cada persona con el Pastor es el
inicio de la salvación; también para aquellos que nunca se habían encontrado
con él: << Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también
a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo pastor>>.
Los apóstoles lo tenían muy claro. ¿Quién llamaba a la
gente a creer en el Resucitado y a formar parte de la comunidad naciente, sino
el Espíritu de Jesús? ¿Quién daba la fuerza de la palabra a Pedro, a Esteban, a
Pablo de Tarso? ¿Quién obraba milagros por manos de los apóstoles? La respuesta la da el mismo Pedro en el
caso del paralítico: << Nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha
curado a ese hombre; pues quede bien
claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo
Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios ha resucitado de entre
los muertos; por su nombre, se presenta éste sano entre vosotros>>.
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