La noche. La noche de la sociedad,
que ha implantado la cultura de la muerte:
<< El pueblo que caminaba en tinieblas >>. La noche de las
conciencias que han expulsado el concepto de pecado, las conciencias a las que
todo les está bien y pretenden justificar las barbaridades más crueles. La
noche de los espíritus que se han vaciado de la luz de la fe. La noche de la
codicia que ha hundido a muchos en el pozo de la corrupción y el latrocinio. La
noche de los corazones, que hace que algunos confundan el amor con la lascivia de
los sentidos. La noche de la voluntad con la que muchos quieren tapiar la
verdad, para dar paso a las propias fantasías y al error.
Por obra de Dios se desvanece la
oscuridad y se abre paso a la luz: << El pueblo que caminaba en tinieblas
vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló (...) Un
niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado>>. Aquel niño, aquel Hijo, una
vez adulto, dijo: << Yo soy la luz del mundo >>. El salmista dice:
<< Alégrese el cielo, goce la tierra (…) delante del Señor que ya llega,
ya llega a regir la tierra>>. Y San Pablo: << Ha aparecido la
gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a
renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos>>.
La vida humana se puede reconducir,
porque el que ha venido es la luz: <<La Palabra era la luz verdadera que
alumbra todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; El mundo se hizo por
medio de ella, y el mundo no la conoció>>.
Sólo hace falta el reconocimiento y la acogida del que viene para acceder a la
salvación: << Pero a todos los que
la recibieron, a los que creen en su nombre, les concede poder ser hijo de Dios
>>.
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