Hablando estrictamente, cometer
adulterio es romper el compromiso de fidelidad conyugal. En un sentido amplio
puede significar la ruptura de una alianza pactada personalmente con otro,
cuando el objeto de la alianza comprende cuestiones profundas y éstas se
traspasan a otro sujeto. Se había acordado: yo me doy, tú te das; yo seré tu
dueño y protector, tú serás mi súbdito y servidor; yo seré tu Dios, tú serás mi
pueblo. Los profetas de Israel llaman adúltero al pueblo, cuando éste se carga
la Alianza hecha con Dios y toma por sus dioses a los de los pueblos paganos
vecinos.
Nuestro compromiso con Dios por el
Bautismo equivale a una Alianza irrevocable. Cuando nos volvemos de espaldas a
Dios y abrazamos otros bienes en sustitución de él, estamos cometiendo el
adulterio de que hablan los profetas. ¿Cuál es la actitud de Jesús ante la
mujer adultera, cuando está a punto de ser apedreada por sus vecinos? << El
que esté sin pecado (que no sea adúltero) que tire la primera piedra>>.
Ahora Jesús invita a la mujer a olvidar el pasado y reconstruir su futuro:
<< ¿Ninguno te ha condenado? Ella contesta: Ninguno, Señor. Jesús dijo: Tampoco
yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más >>.
Ante Dios el adúltero convicto y arrepentido
es una persona en vía de salvación. Lo pasado ya no existe. Es el
comportamiento de Pablo en su carta a los Filipenses: <<Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con
tal de ganar a Cristo y existir en él (...) Para llegar un día a la
resurrección de entre los muertos. El
pasado ha quedado atrás y el futuro se abre esperanzador.
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