Todos los místicos
cristianos han bebido en la fuente de la palabra de Dios. Basta hojear los escritos
de San Juan de la Cruz para darse cuenta de cómo fundamenta toda su doctrina en textos
de la Sagrada Escritura, muy especialmente ateniéndonos al Cántico Espiritual,
que es, todo él, una glosa insuperable del libro bíblico Cantar de los
Cantares. Esto mismo podríamos decir de todos los escritores de espiritualidad
y de mística.
Todos ellos constatan que la palabra de Dios es una
fuente de vida tan maravillosa que nunca la podemos agotar; tal como el que
bebe de un manantial abundante, donde siempre quedará muchísima más agua de la
que beberá. Nos sucede a menudo que, recitando un salmo o releyendo un
fragmento cualquiera de la palabra de Dios, se nos enciende una luz y nos
golpea o nos acaricia un sentido nuevo que nunca habíamos entendido, por más veces
que la hubiéramos leído. Porque la palabra de Dios se acomoda a nuestra manera
de percibir y al momento concreto de nuestro crecimiento espiritual. Es que,
como dice San Efrén: "El Señor ha
pintado de muchos colores su palabra para que todo el que la aprenda vea en
ella lo que más le place".
Tanto le place la palabra de Dios y sus decretos a quien
los contempla pausadamente y con atención que el Salmista exclama, lleno de
júbilo:!"Qué dulzura tus promesas! Las encuentro, cuando hablo, más dulces
que la miel (...) Una Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz que me ilumina
el camino".
Hablo de contemplar la palabra de Dios porque no vale
leerla simplemente, como hacemos con muchos escritos. Hay que abrevarse en
ella, paladear la verdad, contagiarse de su esplendor, de su sabor divino. Es
necesario detenerse en lo que gusta, en lo que llama la atención, para que,
como la nieve y la lluvia, no se vuelva sin haber dado su fruto.
Dejadme acabar con unas bonitas palabras de san Efrén:
"Que la fuente triunfe sobre tu sed y no la sed sobre la fuente, porque si
tu sed se satisface y la fuente no se agota, cuando vuelvas a estar sediento
podrás beber otra vez. (...) El que por tu incapacidad no puedes recibir en una
hora, lo podrás recibir en otra, si perseveras ".
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