Cuando alguien erró el
centro o lo ha perdió, se vuelve desequilibrado o chiflado. Si una rueda se
descentra se vuelve inservible, porque el centro es el núcleo alrededor del
cual todas las partes ocupan su lugar y ejercen con naturalidad su función.
Cuando no acertamos cuál es el centro de un conjunto de objetos, vamos a la
deriva y sacamos conclusiones falsas, como cuando se tenía por cierta la teoría
según la cual la tierra era el centro de nuestro sistema solar. Al darse cuenta
del error y comprobar que el centro era el sol, se produjo un descalabro
monstruoso, que permitió encauzar científicamente la astronomía.
Cómo será de grave el desencanto del egocentrista cuando,
por la causa que sea, descubre que él, contrariamente a como se había visto
hasta ahora, no es el centro del universo ni de nadie, y que en vez de girar a
su entorno para serle de alguna utilidad, es él quien gira en torno a todo y a
todos en la rueda de la creación. Mejor dicho: que él, con todo y con todos,
giran en torno al único centro,
causa y sentido de todo lo que existe.
Diríamos que las cosas empiezan a tener sentido cuando
del egocentrismo, se pasa al altruismo. Es entonces cuando estamos dispuestos a
hacernos discípulos humildes y despiertos de la Sabiduría Universal, en vez de enfrentarse a ella arrogantes. Pero el
egocentrista posee la soberbia suficiente como para creerse autorizado a pedir
cuentas al mismo Dios.
Alrededor de su "yo", el egocentrista ha
construido una fortaleza, que lo aísla de la vida y de los demás: criterios,
certezas, temores, dudas, deseos, placeres, codicias, instalaciones, intereses, construyen los
muros, a menudo infranqueables, de su dorada prisión. Se ha auto proclamado rey,
y no tiene ningún súbdito que le rinda vasallaje. Sólo la corriente universal
de la vida, la realidad objetiva puede derribar el castillo de falsedades que
se había construido y hacerlo bajar al suelo del rol que le corresponde en el
entramado de la creación, que gira ordenadamente entorno a Dios, el único
centro de gravedad que gobierna el universo.
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