¿No has deseado nunca ver
a Dios? Sería fabuloso. Se cumplirían los deseos de mucha gente, si pudieran
ver a Dios; sin embargo, es imposible. Muchas religiones han descrito de forma poética la visión de Dios o se han sugestionado con apariciones simbólicas
de la divinidad o de seres espirituales. Aquel deseo en el subconsciente del
hombre se hizo evidente en el comentario de un ateo como Gagarin que, después
de viajar por el espacio -fue el primer astronauta- comentó con soberbio
atrevimiento, que Dios no existía, porque rondando por la espacio no lo había
visto. A Dios no lo ha visto nadie. Ni Moisés, ni Abraham, ni san Juan
Evangelista, ni siquiera María, la Madre de Jesús; aunque él habita en el corazón
mismo de todos los seres y los contempla, como el artista contempla fascinado
su obra.
Hay una manera, con todo, de ver el resplandor del Ser
divino, como vemos claramente la luminaria solar después de ponerse el sol en
el horizonte; cuando no vemos el astro, pero sí su luz, hasta que se hace
noche. Quien quiera ver la luz divina debe girar la mirada hacia su interior y
el de todos los seres, hacia aquel espejo -el corazón de todas las cosas- donde
Dios contempla a todos y cada uno de los seres y les da existencia, vida y
sentido. Por la presencia del Dios invisible, aquel núcleo se vuelve como un
espejo donde se refleja la presencia del resplandor divino, que se puede ver
perfectamente; y es cuando, sin ver a Dios, vemos el resplandor de su
presencia. De alguna manera se parece, este fenómeno, a la experiencia de ver
en la luna el resplandor de la presencia solar, sin que se vea el sol mismo.
Este hecho constituye el gran privilegio del hombre que,
siendo el único ser capaz de percibir la luz de la presencia divina, si no le da
la espalda, se vuelve como un gran espejo reflector de aquella luz e ilumina el
mundo entero con todos los seres que lo habitan.
Sería prolijo e innecesario -porque son hechos
universalmente conocidos- presentar una lista de personas históricas que, como
espejos espirituales de altísima definición, han hecho visible a todos los
espíritus libres de prejuicios, el resplandor admirable de la presencia de
Dios. Que nadie piense que este fenómeno es un hecho pasado a la historia. Hay
actualmente personas y grupos -muchos también conocidos de todos- que hacen
patente la refulgencia de la luz divina en nuestro mundo. ¿Por qué no tratamos
de entrar en nuestro interior más profundo, para ver, no Dios mismo, sino la
luz de su divina presencia, y nos convertimos así en espejos reflectores en
nuestro entorno?
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