Espiritual y psíquicamente, el hombre de todos los tiempos y la sociedad misma estamos enfermos. Quizás por transmisión hereditaria, o por condicionamientos del lugar y de la época en que a cada persona y a cada sociedad le ha tocado vivir. Hablando universalmente la debilidad de la salud espiritual humana puede corresponder a los efectos del pecado original, como dice la Teología. Lo cierto es que, a menudo, nos sorprendemos a nosotros mismos y lo constatamos en otros, defendiendo teorías y adoptando actitudes contrarias al sentido común, a la ley y al derecho natural. Al respecto, muchos de nosotros llevamos heridas aún sangrantes, debido a comportamientos pasados que nos sorprende haber podido admitir. Muchas personas, ahora mismo, aún no tienen claro dónde está la verdad y cuál es la norma moral objetiva que conduce al crecimiento positivo y a una paz estable. Como enfermos tenemos necesidad urgente de curación.
Escribe el profeta Oseas: << Esto dice el Señor: “Yo me la llevaré al desierto (la casa de Israel), le hablaré al corazón. Y me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que la saqué de Egipto. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo, me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión>>. ¿Qué medicina podría curar nuestros males morales y psíquicos que no fuera el amor? Por eso el Señor quiere conducir su pueblo al desierto para aislarlo de toda influencia negativa, y curarlo con el amor de un esposo fiel. El salmista lo ha entendido perfectamente y ruega diciendo: << El perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; rescata de la muerte tu vida y te sacia de ternura >>.
Dios lleva a cabo la curación de nuestras enfermedades espirituales y morales con su presencia curativa en la intimidad de nuestro ser. Es una presencia constante y eficiente, siempre que nosotros la queramos, y especialmente, si la pedimos. No siempre, sin embargo, es perceptible aquella presencia por nuestras facultades. Algunas veces nos sentimos acompañados y fortalecidos, y entonces el camino de la verdad y del bien parece abrirse ampliamente a nuestra mente, mientras que otras veces, sentimos la pesadez de la soledad, y el horizonte se oscurece ante nosotros. Es la hora del ayuno, como dice Jesús, la hora del desierto, de la fe, de la fortaleza y de la esperanza; es la hora también de la verdadera curación. Nos lo dice bien claro el Evangelio de hoy: << ¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? (…) Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán>>.
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Presentación
Presentación
Mosén Enric Prat presenta estas nuevas Homilías, totalmente diferentes de las ya conocidas (www.bisbaturgell.org - homilias dominicales). Son diferentes en el contenido, en el estilo y en la extensión. Cada Homilía contiene una sola idea, la expresada en el título. La breve argumentación se basa casi únicamente en los textos litúrgicos del día. Creemos que estas homilías pueden facilitar a cada interesado la preparación de la suya propia; o como guión de un comentario más espontáneo. La mejor utilización, sin embargo, la encontrará cada usuario interesado. Posiblemente, otras personas además de los predicadores, encontrarán en estos escritos la ocasión de profundizar en el sentido íntimo de la Palabra de Dios en la Liturgia, y de saborear el consuelo espiritual que nos ofrece. Sea todo ello para alabanza de Dios y a beneficio espiritual y humano de cuantos quieran hacer uso de este medio. Muchas gracias.
Terminada la publicación en este BLOG de las NUEVAS HOMLIAS, me atrevo a proponer a los amables usuarios una nueva Etiqueta: EL RINCON DE LA MISTICA. La mística, no en su vertiente de hechos extraordinarios, como el éxtasis, la levitación, las locuciones o las visiones, sino como alternativa a la ascética, con la atención puesta en las obras de San Juan de la Cruz y en el autor anónimo del libro lA NUBE dEL NO SABER. La ascética se basa en el razonamiento, el esfuerzo y el protagonismo personal. La mística abandona todo protagonismo personal para atribuirlo sólo a Dios, de acuerdo con lo que recomienda el Salmo 36: Encomienda al Señor tus caminos; confía en él, déjalo hacer. O respondiendo a la oferta de Ap.3,20: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. El místico recibe, por medio de la iluminación que le es dada, una noticia nueva de la naturaleza de Dios, que es oscura e inexplicable. Los autores la llaman docta ignorancia o rayo de tiniebla. Este trabajo, que ha sido publicado en la revista l’Església d’Urgell y con una buena aceptación por parte de muchos lectores, puede ser útil para la lectura y meditación particular, y también como herramienta de trabajo para grupos de oración, de formación espiritual o de catequistas. Gracias!
Terminada la publicación en este BLOG de las NUEVAS HOMLIAS, me atrevo a proponer a los amables usuarios una nueva Etiqueta: EL RINCON DE LA MISTICA. La mística, no en su vertiente de hechos extraordinarios, como el éxtasis, la levitación, las locuciones o las visiones, sino como alternativa a la ascética, con la atención puesta en las obras de San Juan de la Cruz y en el autor anónimo del libro lA NUBE dEL NO SABER. La ascética se basa en el razonamiento, el esfuerzo y el protagonismo personal. La mística abandona todo protagonismo personal para atribuirlo sólo a Dios, de acuerdo con lo que recomienda el Salmo 36: Encomienda al Señor tus caminos; confía en él, déjalo hacer. O respondiendo a la oferta de Ap.3,20: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. El místico recibe, por medio de la iluminación que le es dada, una noticia nueva de la naturaleza de Dios, que es oscura e inexplicable. Los autores la llaman docta ignorancia o rayo de tiniebla. Este trabajo, que ha sido publicado en la revista l’Església d’Urgell y con una buena aceptación por parte de muchos lectores, puede ser útil para la lectura y meditación particular, y también como herramienta de trabajo para grupos de oración, de formación espiritual o de catequistas. Gracias!
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